jueves, 16 de septiembre de 2010

El complejo regresó a la normalidad

Publicado a las 14:36 por Información

Las cifras de actividad recientemente entregadas por el Banco Central de Chile dan cuenta de un fuerte repunte de la actividad económica durante el segundo trimestre del año. En efecto, de acuerdo a estimaciones preliminares el Producto Interno Bruto creció en un 6,5% respecto a igual período del año anterior. En el mismo período la Demanda Agregada registró un incremento de 19,4%, destacando el crecimiento experimentado por la Formación Bruta de Capital Fijo, que alcanzó a 28,6%. Cabe recordar que en el primer trimestre del año el PIB registró un crecimiento de 1,5%, mientras que la Demanda Agregada lo hizo en un 11,8%.

De acuerdo con los indicadores mencionados se proyecta un crecimiento cercano a 5% de la actividad económica para el presente año, en tanto que para el año 2011 esta tasa podría estar en torno a 5,5%.

Los indicadores de empleo se añaden a los de actividad para dar cuenta de un vigoroso dinamismo de la economía chilena en la primera parte del año, el que se estima se prolongará en el segundo semestre. Así, la tasa de desocupación nacional para el trimestre mayo-julio alcanzó a 8,3%, la que se compara con una tasa de 11,6 % en igual período del año pasado. Es importante hacer presente que la caída del desempleo se explica esencialmente por un fuerte ritmo de creación de nuevos empleos, puesto que la fuerza de trabajo continúa aumentando en forma significativa.

Un análisis cuidadoso de las cifras lleva a moderar en algún grado el optimismo que provoca una primera mirada a los datos expuestos. En efecto, una parte importante del fuerte crecimiento que registra la economía chilena se explica por una baja base de comparación, como consecuencia del cuadro recesivo global que la afectó durante el año pasado. Así, cabe recordar que en el año 2009 el PIB chileno cayó en un 1,5%. Por otro lado, en la fuerte recuperación de la inversión parece estar influyendo el proceso de reconstrucción de la infraestructura y edificaciones destruidas por el terremoto del 27 de febrero pasado.

Un aspecto importante de mencionar dentro del análisis de las tendencias recientes de la economía chilena dice relación con el alto grado de "estimulación" que están entregando las políticas de demanda agregada, las que podrían explicar en parte el fuerte incremento que esta variable ha registrado en el transcurso del presente año. Así, la Tasa de Política Monetaria (TPM) del Banco Central comenzó el año en un nivel nominal de 0,5%, cuando la inflación en doce meses estaba en torno a cero en el primer trimestre. Esta tasa ha sido elevada en los últimos meses por parte de la autoridad monetaria, ubicándose actualmente en un 2% -tasa nominal anual- pero con una inflación en doce meses en torno a 2%. Otro indicador elocuente del fuerte estímulo monetario que existe actualmente en la economía chilena lo entrega la evolución del dinero (M1), que se ubica en torno a 31% en los últimos meses.

Por otro lado, durante 2009 se registró un significativo impulso fiscal, lo que llevó a un desvío sustantivo respecto de la "regla del balance estructural". En efecto, el gasto fiscal creció en un 18% real el año pasado, proyectándose que dicha tasa será del orden de 9% el presente año.

Los riesgos asociados al mantenimiento de una brecha significativa entre el crecimiento de la Demanda Agregada y el PIB son evidentes, los que explican el ajuste que está llevando a cabo el Banco Central en la política monetaria, aunque es claro que este se encuentra lejos de haber concluido, por cuanto -bajo cualquier criterio de evaluación- la política monetaria continúa siendo expansiva.

Algo parecido ocurre con la política fiscal, aunque el análisis de ésta hace necesarias algunas consideraciones. Por un lado, es razonable pensar que una parte importante del fuerte crecimiento proyectado para el gasto fiscal en este año es el resultado de la inercia de los programas realizados en 2009, con el propósito de afrontar la crisis global. A lo anterior se añaden los gastos adicionales que ha impuesto el proceso de reconstrucción requerido por el terremoto.

Las actuales autoridades han planteado la necesidad de racionalizar y contener la expansión del gasto fiscal, tanto para apoyar el financiamiento del programa de reconstrucción como para elevar la eficiencia global del aparato público. Desde mi perspectiva, una de las tareas prioritarias que deberá enfrentar el actual gobierno es la racionalización del gasto público, como un ingrediente esencial dentro de una estrategia conducente a impulsar la tasa de crecimiento de mediano plazo de la economía chilena. En efecto, durante los últimos veinte años la aproximación predominante en el diseño de políticas públicas chilenas ha sido la de elevar el gasto fiscal en respuesta a los desafíos que planteaban áreas sensibles como educación, salud, seguridad, etc. En general, los resultados conseguidos por dicho enfoque no han sido satisfactorios -particularmente en educación- al tiempo que se ha configurado un deterioro importante en la capacidad de crecimiento de la economía, medido por las estimaciones de "crecimiento potencial" y por un crecimiento cercano a cero en la productividad global (la TFP) en los últimos años. Parece necesario recordar que los ingredientes básicos detrás de la verificación de altas tasas de crecimiento a partir de mediados de los ochenta, fueron un tipo de cambio real elevado, austeridad fiscal y un marco regulatorio favorable al desarrollo de la actividad productiva.

No será sencillo revertir las tendencias de las últimas décadas en materia de crecimiento del gasto fiscal, pero ello parece esencial para lograr un crecimiento más alto de la actividad, los salarios y el empleo.

PROBLEMA CAMBIARIO. El comportamiento del tipo de cambio real ha sido uno de los principales focos de atención en la economía chilena durante las últimas semanas. Como consideración previa es necesario señalar que durante el presente año esta variable muestra una importante volatilidad, como resultado de las fluctuaciones que han experimentado en el mundo las paridades nominales. Ello ha ocurrido en un contexto donde el tipo de cambio real muestra en los primeros siete meses del año una caída del orden de 3,5% respecto al nivel promedio de 2009. Esta caída era esperable -de hecho parece moderada- considerando la enorme brecha que se ha producido entre el crecimiento de la Demanda Agregada y el PIB. Como se indicó, esta brecha alcanzó a 12,9 puntos porcentuales en el segundo trimestre y a 10,3 en el primero. Por otro lado, el precio del cobre ha registrado una importante recuperación, elevándose desde US$ 1,91 la libra promedio en los primeros siete meses del año pasado a US$ 3,20 en igual período de este año.

No obstante, durante agosto la caída del tipo de cambio se intensificó, llegando a 6% respecto al mes anterior, lo que llevó al propio Presidente de la República, Sebastián Piñera, a manifestar su inquietud por esta situación, la que podría acrecentarse como resultado de la normalización en la TPM chilena y el consecuente aumento de la diferencia respecto a las tasas de interés prevalecientes en los principales centros financieros.

Algunos analistas han señalado que el Banco Central debería intervenir en el mercado cambiario de reanudarse la presión a la baja sobre el dólar. Es posible que lo haga, aunque es improbable que ello tenga un efecto importante o duradero.

En definitiva, la única receta para enfrentar exitosamente el cuadro internacional actual es intensificar las políticas de oferta a efectos de elevar la eficiencia y competitividad de la economía. Por otro lado, apuntar y sostener tasas de crecimiento anual superiores a 5%, es el único camino para obtener -eficaz y duraderamente- los recursos necesarios para superar los grandes desafíos de la economía chilena.

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